La investigación empírica en el área de la participación política ha demostrado consistentemente que los mayores niveles de participación están en general asociados a un nivel socioeconómico alto, particularmente a un mayor nivel de educación (Brady et al., 1995; Dalton, 1988; Han, 2009; Lijphart, 1997; Marien et al., 2010). Esta asociación estaría acentuada en contextos de una mayor desigualdad económica, dado que esta implica que una pequeña parte de la población posee la mayor parte de los ingresos y privilegios, los que a su vez reproducen una polarización del estatus socioeconómico. A través de este proceso circular, una gran desigualdad económica reproduce la desigualdad en términos políticos, lo que no solo amenaza el principio de equidad –que es la piedra angular de la democracia (un ciudadano=un voto)–, sino también la legitimidad y estabilidad del mismo sistema democrático. Reducir la brecha de desigualdad de origen es uno de los objetivos fundamentales de la educación, la cual –supuestamente– puede lograr esta tarea sirviendo como mecanismo principal para la movilidad social. Sin embargo, basándose en los distintos resultados de las pruebas de logro académico, es evidente que esta meta está lejos de ser lograda en nuestro país: el origen socioeconómico de los estudiantes continúa siendo un predictor fundamental del desempeño académico (Bravo et al., 2008; Manzi et al., 2007; Mizala et al., 2004 y 2007; Mizala y Romaguera, 2002). Ya que los colegios transfieren a sus alumnos elementos que van más allá del mero conocimiento académico, este estudio se concentrará en las siguientes preguntas: ¿En qué medida el origen socioeconómico de un estudiante influye en su futura participación política?, ¿son los colegios capaces de reducir esta asociación? y ¿cuánto ha cambiado esta asociación a lo largo del tiempo? Para responder estas preguntas, el presente artículo utiliza los datos provistos por los estudios de educación cívica y ciudadana de la Asociación Internacional para la Evaluación de Logro Educativo (IEA), aplicados en Chile en 1999 (Estudio de Educación Cívica, CIVED) y 2009 (Estudio Internacional de Educación Cívica y Ciudadana, ICCS). Contar con la información de estos estudios permitió a los investigadores analizar el conocimiento cívico y las actitudes políticas entre estudiantes de octavo básico, representando una oportunidad única para la investigación a nivel nacional. En el presente texto, nos enfocamos en las expectativas de participación política, un tema que está presente en ambos estudios (CIVED, ICCS) y que, por ende, permitirá comparaciones a lo largo del tiempo. En el contexto de este escrito, el concepto participación política se refiere a la dimensión de la participación que se relaciona con el involucramiento con instituciones políticas formales y sus prácticas, tales como ejercer el voto y registrarse en organizaciones políticas (Chanan, 2003; Putnam, 1993; Schulz et al., 2010). Para contextualizar el análisis, este artículo comienza introduciendo la situación de Chile en relación con la desigualdad económica y la participación política, así como también el rol que tienen los temas cívicos y de ciudadanía en el currículo escolar chileno.
Proyecto Fondecyt Formación Ciudadana I